sábado, 2 de noviembre de 2013

Carta abierta a Echániz










Sr Echániz:



He tenido el “estómago” de ver su intervención en Los Desayunos de RTVE (ese programa que, gracias a la intervención de su partido, ya no es ni sombra de lo que fue: solo hay que fijarse en la “blandura” con que le entrevistaron) del pasado miércoles.



Para quienes llevamos sufriéndole más de 2 años parece que ya nada que venga de usted puede sorprendernos. Pero no es así, usted siempre es capaz de “dar más”. Entre las muchas “perlas” de las que hizo gala, quiero centrarme en su argumentación acerca de las bondades de la gestión privada con relación a la pública. Da usted como principal argumento la legislación, que impide, según sus palabras, “retribuir mejor al médico que lo hace mejor”. Y entonces va y lo explica: “cuando yo como director de un hospital no puedo retribuir mejor al médico que va a las seis de la mañana, que ve a todos sus pacientes, que opera a todos sus pacientes, que se queda por la tarde, que luego investiga y que por la noche en su casa sigue leyendo revistas internacionales para estar a la última en su especialidad… no le puedo pagar mejor que a la persona que llega tarde al hospital, que alguna vez los hay, que se marcha justo cumpliendo estrictamente su horario sin ceder un solo minuto y que por la tarde se dedica a otras aficiones relacionadas con su ocio. Claro, eso la administración pública, la sanidad pública no lo puede diferenciar, no lo puede discriminar en torno en su forma de retribuir, de pagar productividad o de pagar pluses a quien lo hace mejor”.



Me pregunto a cuántos habrá visto usted ir a las seis de la mañana a trabajar. Le recuerdo que el horario habitual de trabajo en los centros públicos, en turno de mañana, se inicia a las 8 horas. En los hospitales, y en los centros de salud, de los que usted nunca habla si no es para ofender a los que allí trabajamos. No se tampoco a cuántos conocerá usted que se queden además por la tarde, si no es porque están de guardia, o haciendo peonadas (de las de antes, es decir pagadas, o de las de ahora, es decir gratis). En cuanto a la investigación, qué le puedo decir después de la dramática reducción de financiación que ustedes han provocado: el que investiga, como el que lee (literatura nacional o internacional), lo hace a costa de su tiempo personal.



Pues bien, yo soy un médico que cumple rigurosamente su horario en un centro de salud, que investigo, hago docencia, leo e incluso publico en revistas internacionales (y nacionales, sin complejos), pero que, eso sí, me acuso de que dedico una gran parte de mi tiempo libre a mis aficiones, especialmente a mi pasión por la música. ¿Será por esto que el SESCAM me castiga?



Aunque mejor debiera decir que es usted quien me castiga. Porque usted fue quien decidió paralizar la carrera profesional, de forma que el perjuicio que ha ocasionado a los diferentes profesionales va exclusivamente en función de que tuvieran o no oportunidad de llegar a tiempo a las distintas convocatorias. Yo, que tuve la mala suerte de quedarme fuera de la primera oportunidad que hubo de acceder al cuarto grado por tres meses, sí que entré a la siguiente, pero usted la ha dejado en un “limbo” del que me temo que no saldrá. De esta forma de poco me sirve haber acumulado méritos más que sobrados, porque no me van a ser reconocidos.



Pero, no solo tengo que agradecerle haberme impedido mejorar mi salario, es que me lo ha reducido de forma vergonzante: con decir que en 2012 percibí una tercera parte menos de ingresos a cuenta del SESCAM que en el año anterior está todo dicho. Esto no quiere decir que a todos los médicos del SESCAM nos haya bajado el sueldo en esa cantidad. Habrá quien haya perdido más y habrá quien haya perdido menos, porque no se ha tratado de un recorte porcentual similar para todos, sino que se han suprimido arbitrariamente complementos que afectan al azar a unos u otros, no hay criterio.



¿Cuál es la barrera administrativa que ha ocasionado este desaguisado? Yo no la veo. A mi entender se trata de decisiones personales suyas. Como tales habremos de afrontarlas cuando llegue el momento de rendir cuentas.