sábado, 18 de mayo de 2013

La parada de los monstruos







Tod Browning, retrató en aquella magnífica película de 1932, cuyo título original es Freaks (origen de ese término ahora tan en boga: “friki”), las penas e ilusiones de un grupo de criaturas con deformidades de un circo. Un enfoque nada convencional de la vida de unas personas deformes, exhibidas como espectáculo de feria.



Me viene en estos días su recuerdo a propósito de las intenciones del ministro Gallardón de reformar la ley del aborto. Su mera pretensión de devolvernos al pasado con este recorte de derechos ya me parece suficientemente condenable, pero es mucho más que eso su cruel obcecación en eliminar la malformación del feto como justificación de la interrupción del embarazo en una posible vuelta a una ley de supuestos.
Decía Jorge M. Reverte en El País del 12 de mayo que Gallardón “nos quiere volver a llenar de tullidos las escaleras de las iglesias”, y recordaba imágenes de otros tiempos, las mismas que son tan frecuentes en los países más pobres de este injusto planeta, las de aquellos “que viven postrados y se alimentan de la caridad tintineadora de las monedas aleadas con las mezclas de los metales más ruines”. Para Reverte, “el ministro de Justicia lo tiene claro: esos niños, a los que casi siempre se puede diagnosticar con tiempo que van a arrastrar una existencia peor que miserable, van a tener derecho y obligación de vivir esa vida, a la que les condenará, si sus proyectos salen adelante”. Eso sí, “el Estado que defiende Gallardón garantizará el derecho a nacer, pero no el derecho a vivir dignamente”. Porque la misma mano que firma decretos de recorte de derechos es la que firma los recortes de prestaciones sociales, especialmente aquellas que precisan los más necesitados. Por si no tuvieran ya bastantes destinatarios de su caridad en todos aquellos que están dejando en la más absoluta de las miserias con sus políticas, tendrán nuevos depositarios de su hipócrita piedad. 

Es difícil hacer un ranking de frikis en este gobierno, pero sin duda otro que no le va muy a la zaga a Gallardón es el ministro Wert. Ese que quiere devolver nuestras escuelas a la época del nacionalcatolicismo. Si no leyeron “El Florido Pensil” (ni, al menos, vieron la película) les recomiendo que lo hagan, para conocer la caverna hacia la que nos lleva este individuo. El ministro de los recortes económicos a la escuela pública, los mismos fondos que con generosidad desvía a la enseñanza privada, se proclama defensor de los más rancios valores de la patria. Así, “castellanizará” la Cataluña obsesionada en culpar al resto del estado de sus desgracias (¿será capaz de repetir aquello de Franco de “no habléis como perros, hablar en cristiano”?) y llevará de vuelta al redil de la santa madre iglesia a los descarriados que alentados por el libertinaje imperante en otros tiempos decidieron no estudiar religión.
No sé qué es más monstruoso, si estos gobernantes sádicos, que roban a los pobres para engordar las arcas de los ricos, que protegen y encumbran a lo más retrógrado de este país, que han colocado en los puestos de decisión más destacados a incompetentes y revanchistas y que en definitiva nos llevan de cabeza a un abismo del que costará mucho salir, o aquellos que los sustentan.

Es pavoroso ver el apoyo electoral que a estas alturas de su desgobierno les siguen dando las encuestas. 

En una reciente entrevista al escritor dominicano, afincado en Estados Unidos, Junot Díaz, realizada por el también escritor Eduardo Lago y publicada en El País Semanal, aquel llamaba la atención sobre la estrategia política de los republicanos, que abandonan a su suerte a sus bases, los blancos pobres, entre quienes tienen un gran apoyo electoral: no mejoran sus condiciones de vida, pero a cambio les hacen creer que son unos privilegiados por no ser negros o hispanos.
Pues eso, ¿cuántos españoles se tragan la desazón que pueda producirles tantas pérdidas de derechos o servicios, o la más absoluta penuria económica, contentándose con ser los portadores de las esencias patrias? Quizás sea suficiente compensación ver que otros están peor, que aquellos a los que odian porque no piensan como ellos pierden derechos, que los inmigrantes a los que han culpado de tantos males se encuentran desasistidos, que en este país se vuelve a “comulgar”… aunque sea con ruedas de molino.
 


miércoles, 8 de mayo de 2013

Manos arriba, esto es un atraco




Los profesionales sanitarios de la atención primaria del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (SESCAM), acabamos de sufrir el enésimo atropello por parte de los responsables (es un decir) del mismo. Ya he explicado en otras ocasiones el sistema retributivo que padecemos, heredado del antiguo INSALUD, con un sueldo base de corte “mileurista”, y una serie de complementos que a lo largo del tiempo han ido “maquillando” un salario injustificablemente bajo para profesionales de tan alta cualificación. Bien, pues ahora la han emprendido con la llamada “Atención continuada tipo A”. Este es un concepto introducido por el antiguo INSALUD en ese intento (probablemente bienintencionado en su momento) de dar al sueldo de los profesionales sanitarios un nivel cada vez más acorde a su cualificación. La intención de este complemento era supuestamente la de premiar la disponibilidad de los profesionales para participar en actividades comunitarias fuera de su horario de trabajo. Ahora, algún “listo” ha decidido que el SESCAM solo pagará las horas “de presencia física” en estas actividades.

Se bien de lo que voy a hablarles. En los últimos meses he participado, junto a otros profesionales, en actividades de este tipo. En concreto hemos estado impartiendo una serie de talleres con diferentes contenidos de educación para la salud, en centros de mayores de la ciudad de Albacete. No quiero cansar con demasiados detalles, pero baste decir que, de media, una hora de estas actividades va precedida de al menos 10 de preparación. Como además analizamos el impacto de estos talleres (ya sea a través de los cuestionarios que se pasan a los participantes, o por el seguimiento de alguna de las actividades que se recomiendan, como la vacunación antigripal), habríamos de sumar al menos otras tantas horas de dedicación posterior. Si luego estos resultados se presentan en reuniones científicas, o se publican en revistas médicas, el tiempo invertido se hace mucho más difícil de cuantificar. Pero esto ya no importa: nunca los servicios de salud (no lo hizo el INSALUD ni lo hacen los actuales servicios regionales) han tenido el más mínimo interés, ni por supuesto reconocimiento, por el tiempo que los profesionales dedicamos a la investigación.

No se si me he explicado con suficiente claridad, pero el hecho es que hemos pasado de un enfoque que pretendía reconocer (aunque fuera mínimamente: hablo, en mi caso particular, de unos ridículos 30-35 euros brutos al mes) ese esfuerzo, a otro abiertamente ofensivo y desmotivador.

Llueve sobre mojado. Dado que es época de hacer la declaración de la RENTA, me ha dado por revisar los certificados de retenciones e ingresos que me ha dado el SESCAM en los últimos años. En 2012 mi sueldo bruto fue un 19,15% inferior al de 2011. Esta cifra resume el expolio sufrido a manos de Cospedal y sus secuaces. Si tenemos en cuenta que ya antes sufrimos el saqueo “zapateril” del 7% en 2010, y las consecuencias de la paralización de la carrera profesional (uno de los atropellos más injustos que estamos sufriendo, porque a cada uno nos ha afectado de forma muy diferente en función del tiempo trabajado, que al fin y al cabo es lo que valora la mal llamada carrera profesional, independientemente de los méritos reales de cada cual), y la continua subida de impuestos y precios, la pérdida de poder adquisitivo es brutal.

También he hablado en otras ocasiones de cómo los médicos españoles somos los peor pagados de nuestro entorno europeo (con decir que estamos peor pagados que los médicos griegos y portugueses sobran argumentos), y de que la sangría que venimos sufriendo parece no tener punto final. Soy consciente de que este robo no solo tiene el objetivo de recaudar fondos para los negocios de quienes nos (des) gobiernan y sus amigos, sino que hay una firme decisión de desprestigiar y destruir la sanidad pública. Malpagar a los profesionales es una estrategia básica en este empeño. Ya son muchos los que buscan salida a esta situación trabajando para las empresas privadas. Los que sigamos trabajando (si nos dejan) para el futuro “SEBCAM” (o Servicio de Beneficencia de Castilla-La Mancha) ya sabemos a qué atenernos.

Pues bien, para alguien que tras seis años de facultad tuvo que pasar por una oposición MIR (año 1985: unos 20000 opositores para unas 1200 plazas), 3 años de residencia (cobrando poco más del salario base en aquella época), una oposición a nivel nacional para optar a plaza de médico de atención primaria en el antiguo INSALUD, y tras 23 años como médico del centro de salud Zona IV de Albacete, en 10 de los cuales ejercí el cargo de coordinador médico, habiendo formado a varias decenas de residentes, etc, etc, el trato recibido por parte del SESCAM es profundamente ofensivo.

No perdono. No olvidaré.

viernes, 3 de mayo de 2013

Un lugar llamado DESIDIA






En más de una ocasión he hablado del engendro de plan de estudios de la Facultad de Medicina de Albacete, a raíz del obligado cambio que supuso la convergencia europea (el llamado plan Bolonia). Una facultad que había sido innovadora en el panorama español, tanto en metodología docente como en contenidos, tiraba todo ese bagaje por la borda para mayor satisfacción de muchos de sus profesores titulares que vieron una gran oportunidad para aumentar su área de influencia y su poder. Básicamente estos dependen de los créditos impartidos (dicho de forma sencilla para quien no sea entendido en estas cuestiones: horas de formación que dependen de cada jefezuelo).

Así, se gestaron alianzas que permitieran hacerse con el control de los puestos directivos, de las comisiones correspondientes, y en definitiva del reparto de créditos. De forma que quienes se pusieron de acuerdo, por afinidades previas (no ideológicas, porque ahí no había más ideología que la pura avidez; probablemente ni tan siquiera de amistad), acapararon contenidos, obviamente en perjuicio de otros. A pesar de que los contenidos estaban perfectamente identificados en una Orden Ministerial, como ya expliqué en “Reflexiones acerca de un fracaso”, el reparto de estos supuso una verdadera batalla.


Una de las nuevas competencias que los estudiantes deben adquirir según esa Orden Ministerial son las “Habilidades de comunicación”, que, entre otras, debía incluir las siguientes competencias: conocer los aspectos de la comunicación con pacientes, familiares y su entorno social; modelos de relación clínica, entrevista, comunicación verbal, no verbal e interferencias; dar malas noticias; redactar historias, informes, instrucciones y otros registros, de forma comprensible a pacientes, familiares y otros profesionales... Se trata verdaderamente de un tema importantísimo en la formación de los futuros médicos, que deben estar dotados de habilidades en este campo. Hablo de habilidades, porque lo verdaderamente importante es la destreza para aplicarlas en la práctica clínica, no tanto el acúmulo de contenidos teóricos intrascendentes. Pero en esta materia, como en otras, vieron una gran oportunidad de “sacar tajada” algunos con gran poder en la facultad en ese momento. No importa que quien imparte esta asignatura no tenga experiencia clínica, ni siquiera que sea o no médico... Como dijo el decano en el momento de la gestión del plan de estudios, frente a la propuesta de incorporar parte de estos contenidos en la asignatura de Medicina de Familia: “no hace falta tener experiencia, todo se puede leer en algún libro” (cito, no sé si textualmente, pero seguro que de forma muy aproximada, lo que oí personalmente, no es que me lo hayan contado). Hay que decir que si nos ofrecíamos a impartir estos contenidos es porque se trata de un área de conocimiento que ha tenido un importantísimo desarrollo precisamente en el entorno de la Medicina de Familia, y en nuestro país, pero también en nuestra comunidad autónoma, hay grandes expertos.

Ahora los estudiantes reciben con estupefacción una asignatura llena de contenidos teóricos intrascendentes, que en muchos casos repiten lo que ya saben sobre comunicación, porque ya lo han visto en el bachillerato, y sin el más mínimo enfoque clínico. Obviamente quienes imparten esta asignatura no lo son. Para que los estudiantes puedan ver en qué consiste esto los envían a hacer prácticas a los centros de salud (¿dónde si no?). Sin haber contactado previamente con los profesionales de atención primaria (y solo en virtud de la complicidad del director médico de la gerencia de atención primaria, que merece una mención especial que abordaré seguidamente), lanzan a los estudiantes a unas prácticas con unos contenidos poco claros, para que vean a 3 o 4 pacientes. ¿Qué prácticas sobre habilidades de comunicación son esas?

¿Qué papel juega ahí el director médico de la gerencia de atención primaria? Hablamos de un señor que es doctor en medicina, pero sin formación específica en Medicina de Familia (es decir no ha pasado por el MIR). Actualmente ocupa ese cargo, obviamente por designación “digital”, en virtud de sus afinidades políticas. Recientemente fue cesado por la UCLM de una plaza de profesor asociado en virtud de una resolución judicial, pero sin embargo figura como profesor de prácticas (?) de esa asignatura de comunicación asistencial. Los cargos gerenciales han sido incompatibles con los puestos de profesor asociado clínico hasta que con él hicieron una excepción, a pesar de que la normativa indica claramente que se debe estar ocupando una plaza asistencial, precisamente para poder ocuparse de la docencia en el entorno clínico.

¿Qué es pues lo que ocurre? ¿Intercambio de favores?

Ustedes dirán. Lo que es cierto es que en toda esta trama los grandes perjudicados son los estudiantes. Y, por qué no, a la larga todos los que en el futuro podamos ser sus pacientes.