miércoles, 18 de diciembre de 2013

No hay tiempo (ya no digamos dinero) para investigar






Ayer tuve que enfrentarme con dos hechos inquietantes. El primero fue el tremendo susto de encontrar en mi correo electrónico corporativo un e-mail de una tal Mª Dolores Cospedal, con asunto “Felicitación de Navidad”, en el que aparece garrapateado el siguiente texto: “Con mis mejores deseos en esta Navidad, recibe un fuerte abrazo”.

Si la remitente es quien imagino, este mensaje me da verdadero pánico, porque ya se cuáles son sus deseos: son más de dos años viendo cómo los cumple a costa de los sufridos ciudadanos de esta comunidad. Así que me temo que el abrazo va a ser “el del oso”. Lo “penúltimo” que tengo que agradecerle es que el pago de una beca de la FISCAM, aprobado en esta institución pero que tenía que hacer efectivo la extinta Gerencia de Atención Primaria de Albacete (ahora la GAI), irá, si el administrador que me informó no se equivoca, a engrosar futuras listas de impagos. De esta manera, en el mejor de los casos, un dinero que los miembros del equipo investigador tuvimos que adelantar de nuestro bolsillo en 2012 se recuperaría en una futura convocatoria de pago a proveedores, es decir al menos un año más de demora.

Pero es que, “mir’usté” (parafraseando a algunos grandes líderes patrios) yo no soy un proveedor. Yo me presenté a una convocatoria pública de carácter competitivo, me concedieron una asignación económica que ha sido aprobada por el organismo competente y solo falta que me lo ingresen. Yo no soy un empresario que sirva ningún producto ni servicio al gobierno regional.

El segundo hecho inquietante fue la visita al centro de salud de una enviada de la gerencia (ese engendro llamado GAI). Poco nos han visitado los gestores “peperos” en estos dos año y pico, de hecho al que fue gerente de la extinta Gerencia de Atención Primaria no llegamos a conocerle después de dos años. Por eso ya inquieta que manden a alguien, pero es que además el motivo de la reunión era doblemente inquietante: “gestión de agendas”. A profesionales que llevamos trabajando en atención primaria 20, 30 o más años ahora pretenden decirnos cómo tenemos que gestionar el tiempo. No dudo que haya quienes después de trayectorias profesionales tan dilatadas no sean capaces de gestionar el suyo de una manera eficiente, es más, puede que incluso alguno haya perdido facultades. Pues bien, que identifiquen dónde hay oportunidades de mejora y apliquen las medidas que consideren oportunas. Pero que no insulten de forma indiscriminada nuestra inteligencia.

Quiero subrayar solo un detalle que ilustra la estrechez de miras de los actuales gestores. Según la persona que nos visitó, no es admisible que un profesional ocupe tiempo de su horario laboral para tareas de investigación. Semejante barbaridad, contradice los fundamentos más básicos de la profesión médica, en general, y especialmente de la Medicina de Familia. Espero que solo refleje la opinión personal, quizás también la insuficiente formación, de la persona que se atrevió a emitir tamaño disparate. Pero si no es así, y refleja el punto de vista del Sescam, hago desde aquí un llamamiento para que las sociedades científicas, tanto a nivel nacional como internacional, tomen cartas en el asunto.

Los que tuvimos la suerte de poner en marcha la reforma de la atención primaria o, como en mi caso, aprender de aquellos que lo hicieron, manejábamos en aquellos tiempos unos textos editados por el Ministerio de Sanidad correspondientes a una colección denominada genéricamente “Atención Primaria de Salud”. En la llamada “Guía de funcionamiento del Equipo de Atención Primaria” se especificaba, a modo indicativo, una distribución de tiempos para el médico con un 75% del mismo dedicado a la atención directa a los pacientes, un 10% dedicado a tareas administrativas y un 15% dedicado a tareas de formación e investigación (en los centros de salud docentes este porcentaje debería incrementarse). Pues bien, no ha habido ninguna reglamentación posterior, ni por parte del ministerio ni de nuestro servicio de salud (al menos yo la desconozco; en tal caso debería admitir mi ignorancia).

Me temo que detrás de esto de la “gestión de agendas” hay una estrategia mucho más retorcida: se trata de “exprimir” al máximo la capacidad de trabajo de los profesionales de cara a una eventual privatización de los servicios de salud. Para una mentalidad mercantilista solo cuenta el tiempo de atención al público. La formación y la investigación, ligados estrechamente a la mejora de la calidad del servicio que se presta, no interesa. Para ellos solo cuenta la cantidad. En cuanto a la calidad, vuelven a la ya conocida estrategia del “cuanto peor mejor”. El objetivo: deteriorar la sanidad pública para dejarla a precio de saldo en manos privadas.