sábado, 31 de agosto de 2013

Listas de espera






El día 2 de agosto, el consejero de sanidad, José Ignacio Echániz, presentó su plan de choque para reducir las listas de espera en Castilla-La Mancha. Si hay un tema que les encanta a los políticos, en el campo de la sanidad, es el de las listas de espera. A los que gobiernan porque lo utilizan como reclamo para demostrar que toman medidas encaminadas a su reducción, y porque se dan bombo presentando unas cifras, fácilmente manipulables según los criterios que se apliquen, que les muestran como mejores gestores que quienes les precedieron. Para los que están en la oposición es simplemente un tema sencillo para atacar a los que gobiernan: cualquier espera puede hacerse ver como inaceptable.

Y sin embargo este no es el tema más trascendental entre las cuestiones que se refieren a la asistencia sanitaria. No pretendo restar importancia a las demoras que se producen en la atención a los pacientes, las más de las veces injustificadas e injustificables. Lo que trato de decir es que el término “listas de espera” se utiliza como un “saco” en el que se mezclan asuntos de naturaleza muy variada, y que acaba por tanto siendo un “saco sin fondo”. Así, no es lo mismo la demora para asistir a una primera consulta, para una visita de revisión, para la realización de exploraciones complementarias o para cirugía, y dentro de ésta variará mucho según la naturaleza del proceso (creo que es fácil de entender que no es lo mismo tener que operarse de un cáncer que de un “juanete”).

Todo esto está referido obviamente a la actividad hospitalaria. En atención primaria, por definición, no existen listas de espera. 

Intentaré explicarlo con un ejemplo sencillo extraído de la actividad diaria. Pensemos en un paciente que ingresa en el hospital por un cuadro infeccioso; desde el primer día se queja de un dolor en una pierna. Como los médicos que atienden las infecciones parece que no se ocupan de los dolores en las piernas, pasan una interconsulta a Traumatología. En lugar de visitarle en la cama del hospital este servicio prefiere citar al paciente a consulta unas semanas después del alta. En esa consulta, según testimonio verbal del paciente (como suele ser habitual, no hay informe escrito) se le pide una resonancia magnética; no hay exploración física (o mejor dicho, el paciente no percibe que tal cosa ocurra, siempre según su versión), y, a la pregunta sobre qué tratamiento seguir, se le indica que esto es cosa de su médico de cabecera. Obviamente el paciente ya estaba tratado de su dolor por su médico de familia, y se ha ido reajustando el tratamiento en función de la respuesta obtenida. Mientras tanto el paciente está de baja y, a no ser que la sabia naturaleza lo remedie, con mayor o menor contribución del médico de familia, así seguirá hasta que dentro de no sé cuánto tiempo se le haga la resonancia, vuelva a la consulta especializada y alguien decida implicarse o no, etc.

De forma que, ¿dónde es más importante invertir los recursos? Podemos hacer como nuestro consejero de sanidad, meter dinero en pagar más consultas en las que no se explora ni se indica tratamiento a los pacientes, pero en las que se solicitan sistemáticamente exploraciones complementarias carísimas, las más de las veces innecesarias, y que también habrá que pagar con ese dinero que no tenemos, etc, etc. Por el contrario podemos invertir en atención primaria, para que más médicos de familia puedan ofrecer su atención inmediata a los pacientes, con un alto nivel resolutivo y con un uso mínimo de pruebas complementarias.

No nos dejemos engañar por cantos de sirena de políticos mediocres. Estoy hablando de dos opciones radicalmente distintas e incompatibles.





jueves, 22 de agosto de 2013

Echániz, que no cesa…




Hace unas semanas se produjeron dos circunstancias de la mayor relevancia para el futuro de nuestro servicio regional de salud, aunque, quizás por la naturaleza de estas fechas han pasado bastante desapercibidas.

El día 31 de julio se publicó en el Diario Oficial de Castilla-La Mancha (DOCM) la Orden de 18/07/2013, de la Consejería de Sanidad y Asuntos Sociales, que modifica una previa sobre las Gerencias de Atención Integrada del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha. Según dicha orden, se “procede a fusionar las estructuras administrativas de las Gerencias de Atención Primaria y de Atención Especializada de Albacete en la Gerencia de Atención Integrada de Albacete”. Esta gerencia será la responsable de gestionar, además del Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, “las Zonas Básicas de Salud de: Alcadozo, Alcaraz, Balazote, Bogarra, Casas de Juan Núñez, Casas Ibáñez, Chinchilla de Montearagón, La Roda, Madrigueras, Tarazona de la Mancha, Zona 1-Hospital, Zona 2-Municipal, Zona 3-Villacerrada, Zona 4-Residencia, Zona 5, Zona 6, Zona V-B, Zona 7-Feria, Villamalea, Zona 8, Casasimarro, Iniesta y Quintanar del Rey”. Es decir, que desde el hospital se van a gestionar los centros de salud, para que sean, más si cabe, meros apéndices de aquel.

Esta reestructuración, que se presenta como “un modelo organizativo de gestión unitaria e integral, centrado en el proceso asistencial y en el paciente, que supere la tradicional división entre las distintas modalidades asistenciales que aún existe en el Área de Salud de Albacete”, no es más que una nueva vuelta de tuerca en el proceso de desmantelamiento de la Atención Primaria. El objetivo del gobierno regional (en consonancia con la política nacional de su partido) es transformar nuestro sistema nacional de salud en un sistema mutualista puramente asistencial y en el que el hospitalocentrismo, que tanto daño ha hecho, se vea reforzado. Es este un paso básico para conseguir el objetivo que finalmente persiguen: poner el sistema en manos privadas, para que una vez más unos pocos hagan dinero a costa de la mayoría de los ciudadanos.

La segunda noticia se produce dos días después, cuando el Consejero de Sanidad y Asuntos Sociales, José Ignacio Echániz, presenta los detalles del Plan de Choque para reducir las listas de espera en el consejo de gobierno. Aunque se intenta hacer ver que va a ser con recursos propios (no sabemos si se trata de una vuelta a los antiguos “peles”), en el fondo lo que subyace una vez más es que “se establecerán conciertos con entidades privadas para abordar las patologías menos graves pero más frecuentes”, pudiendo implicar “a 13.093 pacientes e incluirá patologías relacionadas con la cirugía ortopédica y traumatología, cirugía general, angiología y cirugía vascular, urología, oftalmología y otorrinolaringología”.
Estas son pues las líneas estratégicas de actuación de Echániz: hospitalocentrismo y conciertos con las clínicas privadas. Frente a esta línea de gestión que se ha demostrado totalmente ineficiente, la Atención Primaria queda cada vez más abandonada a su suerte.

Por más que los nefastos políticos que nos “desgobiernan” se empeñen, la Atención Primaria es la garantía de eficiencia y de equidad de un sistema público de salud. Es garantía de eficiencia porque resuelve más del 90% de los problemas de los pacientes con un coste mínimo. Es garantía de equidad porque, entre otras razones de peso, está permanentemente accesible (a pesar de los intentos del gobierno regional por cerrar muchos de los centros rurales) y sin listas de espera.

Apostemos por nuestro Servicio Nacional de Salud, apostemos por la Atención Primaria.