Los días 1 y 2 de marzo
estaba prevista la celebración en Albacete de las IV Jornadas de Medicina de
Familia para estudiantes de medicina. Sin embargo hubo que suspenderlas. La
causa fue bastante contundente: 0 inscritos. Después de 3 exitosas ediciones
previas, tanto en número de participantes como en las evaluaciones que estos
habían hecho, no estábamos preparados para semejante batacazo.
Estas jornadas surgieron
como iniciativa del grupo de pregrado de la Sociedad Castellano-Manchega de
Medicina de Familia y Comunitaria (SCAMFYC), con el objetivo de acercar a los
estudiantes los contenidos de nuestra especialidad, para ser más conocidos,
pero también tratando de despertar el interés por una salida profesional que
cada vez cuenta con menos adeptos. Ya expliqué algunas de las razones de esta
desafección en mi antigua columna de El Pueblo de Albacete (http://www.elpueblodealbacete.com/articulos/1025-quien-quiere-ser-medico-de-familia/).
Había otro condicionante que
nos preocupaba en el momento de su gestación: el cambio de plan de estudios. La
adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior (más conocido como Plan
Bolonia) supuso la elaboración de un plan de estudios que ponía en peligro el
futuro de la enseñanza de la Medicina de Familia en las Facultades de Medicina
de la Universidad de Castilla-La Mancha. Dentro de la Facultad de Medicina de
Albacete (en ese momento la de Ciudad Real aún no había empezado a funcionar)
se gestaron una serie de alianzas para hacerse con el control de los órganos
directivos y la comisión encargada de elaborar el nuevo plan de estudios.
Aunque se partía de unas premisas básicas de una Orden Ministerial (ORDEN
ECI/332/2008, de 13 de febrero), daban suficiente margen como para hacer un
jugoso reparto de créditos, lo que supone disponibilidad de recursos
económicos, de profesorado…, y en definitiva poder dentro del sistema. Agotadas las posibilidades de negociación
dentro de la Facultad de Medicina, tuvimos que recurrir al papel mediador del
entonces Consejero de Sanidad Fernando Lamata. Gracias a él se pudo conseguir
una asignatura de Medicina de Familia: 6 créditos (el mínimo indispensable para
tener una asignatura) en 5º curso. Fue un gran logro tal y como se habían
puesto las cosas, pero no era exactamente lo que los Médicos de Familia
queríamos. Hay que tener en cuenta que la Facultad de Medicina de Albacete
había sido pionera en cuanto a la inclusión de una asignatura obligatoria de
Atención Primaria (la primera facultad en impartirla en España), que además era
la primera experiencia clínica de los alumnos, en 2º curso.
Pues bien, en este contexto
surgieron las I Jornadas, todavía impartiéndose la asignatura de Atención
Primaria en 2º, al igual que en la siguiente edición. El gran reto, en nuestra
opinión, estaba en las III Jornadas, sin estudiantes que cursaran nuestra
asignatura (a lo que se sumó el no tener profesores asociados, por no haberse
renovado los contratos). Sin embargo, fue la mejor de las tres, con cerca de un
centenar de inscritos. A la estrategia inicial de ofertar un crédito de libre
elección, se sumó la posibilidad para los alumnos de nuevo plan de estudios,
que ya no tienen esta opción, de inscribirse a través de SCAMFYC. Una de las
claves del éxito estuvo en la colaboración de los representantes en la Facultad
de Medicina de Albacete de la Federación Española de
Asociaciones de Estudiantes de Medicina (IFMSA), que hicieron una
magnífica difusión entre sus compañeros.
¿Qué ha pasado este año para
esta parada brusca? (record de desaceleración: de 100 a 0 en una edición).
Seguramente ha habido coincidencia con exámenes. Unos porque se examinaban al
lunes siguiente (es normal que optaran por quedarse estudiando), otros porque
acababan de examinarse el jueves o el viernes (según la menor de mis hijas
también es normal que se elija irse de fiesta antes que asistir a unas
jornadas, aunque te estén ofreciendo tu primera experiencia relacionada con la
clínica). También es más que probable que no se haya hecho una adecuada
difusión de la información, ya que había estudiantes que decían no saber nada,
o que pensaban que solo se ofertaba a un sector de los mismos. Los hubo que
consideraron que no iba con ellos porque ya habían asistido a ediciones
previas; estos no debieron tener acceso a la información sobre los talleres,
porque eran diferentes (3 rigurosamente nuevos, y dos modificados de ediciones
anteriores). Alumnos de cursos superiores, no se si de 5º o 6º, tenían alguna
actividad relacionada con la preparación del MIR, que obviamente les preocupa
más…
Siempre he pensado que hay
que saber estar “a las duras y a las maduras”, y encajar con deportividad las
derrotas igual que no dejarse llevar por la soberbia en las victorias. Pero aún
así quiero dejar unas sugerencias de reflexión, como por qué se ha casi
impuesto que los estudiantes con mejor curriculum en bachillerato vayan a
estudiar medicina (“el amor ya vendrá”). O bien, ¿hubiera
ocurrido esto con unas jornadas de transplantes o de cirugía plástica? (por
poner ejemplos de actividades que tienen un amplio seguimiento, a la vez que un
escasísimo interés en la formación de la inmensa mayoría de los futuros
médicos). No podemos olvidar el saturadísimo plan de estudios, en su mayor
parte a la medida de muchos de los profesores, no de los alumnos, lleno de
contenidos intrascendentes para la formación de los futuros médicos. Por último,
no puedo dejar de pensar que si los estudiantes están tan preocupados por el
MIR es porque aspiran a sacar un buen número, precisamente para no ser médicos
de familia.
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